miércoles, 19 de septiembre de 2007

El regreso del exorcismo

El regreso del exorcismo, intento del Papa de retomar tradiciones y recuperar fieles con “la lucha contra Satán”, opinan especialistas

Alejandra Aguilar Ross, estudiosa de la religión e integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social: “Es un intento de la Iglesia católica por retomar el liderazgo espiritual que ha perdido, indica un viraje en la política vaticana. Benedicto XVI quiere retornar a las devociones más tradicionales. No es casualidad, se está regresando a la parte más conservada y derechista de la Iglesia, cuyo centro del discurso es: luchemos todos contra Satanás”...

Carolina Rivera Farfán, antropóloga y especialista en historia religiosa: “La influencia del catolicismo se ha visto mermada entre la feligresía, este nuevo proyecto quiere reforzar la doctrina y alimentar la evangelización, es un intento por decirle al mundo que fuera de la Iglesia no hay salvación”.
La pelea. El derecho canónico estipula las características que debe tener un sacerdote para ser nombrado exorcista: santidad, prudencia, fortaleza, sabiduría. “Muchas cualidades que, les dije, no las tenía, pero el señor me llama”, dice el párroco Pedro Mendoza Pantoja, coordinador de exorcistas de la Arquidiócesis de México y organizador del Congreso de Exorcismo que inicia hoy.

Sobre el perfil, añade la doctora Aguilar: “Se espera que sean religiosos experimentados, capaces de discernir entre influencias demoníacas, enfermedades o estados de conciencia alterados. Hombres firmes, sin debilidades o inclinados a la concesión. Y, algo muy importante, que tengan una vida moralmente intachable, porque durante el rito el demonio suele desenmascarar sus faltas y errores”.


De hecho, asegura, uno de los indicios para declarar posesiones demoníacas es la capacidad del exorcizado —o espíritu maligno que lleva dentro— para descubrir cosas íntimas y secretas de las personas a su alrededor, principalmente de los sacerdotes.

La Asociación Internacional de Exorcistas reconoce otras señales entre los poseídos: hablar en idiomas desconocidos, exhibir fuerza física desproporcionada al tamaño o edad y, más allá de la capacidad natural, manifestar repulsión por objetos sagrados como el crucifijo y plegarias, conocer hechos muy distantes tanto en tiempo como en espacio e ingresar a un estado de inconciencia.

“Todos los sacerdotes, por la misma ordenación sacerdotal, tienen el poder para pelear con Satanás, pero se necesita pulir el don con un estudio de las técnicas del exorcismo y con preparación científica, para que no se expulsen demonios donde nos los hay o para no meter al diablo donde no está”, afirma el padre Pantoja.


Solo cardenales y obispos están facultados para nombrar exorcistas. Es recomendable que éstos tengan nociones de psicología, medicina y otras técnicas como naturismo, masoterapia, cromoterapia, acupuntura y auriculoterapia.


Mendoza Pantoja, quien viajó a China para estudiar acupuntura, advierte que en México hay un déficit de sacerdotes preparados para la práctica: “En el 2002, cuando regresé de Roma luego de tomar cursos sobre exorcismo, me nombraron coordinador y el cardenal Norberto Rivera me pidió que transmitiera mis conocimiento a los demás, pero ha sido muy difícil enseñar a quienes son escépticos. Entre los mismos obispos hay resistencia para desarrollar este instrumento, porque ni ellos mismos saben expulsar demonios, ¿cómo van a darle a otros ese poder?”


Asegura que con los dos congresos anteriores se han formado equipos de exorcistas en algunos puntos del país y que con este tercero se brindará a los obispos criterios sólidos para ayudarles a definir a quiénes confiarán el ministerio.


“Este año habrá más representantes de las diócesis, porque hay varios obispos que están mandando a sus sacerdotes para después nombrarlos exorcistas y que sean éstos quienes se encarguen de regar la semilla entre sus compañeros y de guiar las oraciones de liberación para que no se confundan con las de sanación y que no se hagan exorcismos mayores cuando son suficientes los menores”.


Aún entre los exorcistas nombrados hay quienes son escépticos de las posesiones, como el filósofo y sacerdote jesuita Jorge Manzano, quien pertenece a la Arquidiócesis de Guadalajara. Prefiere trabajar en un marco de energías espirituales: lo que otros llaman posesiones demoníacas para él son “crisis de los sentidos que derivan en estados alterados de conciencia”. Incluso, organiza tálleres para inducir hacia ese estado crítico.

Manzano se inclina además por los exorcismos menores multitudinarios, una práctica que no es respaldada por la coordinación de exorcistas.

En las oraciones de curación masiva pueden darse casos en los que una persona empieza a vomitar o a hacer cosas raras, pero hay que ser inteligentes para definir si es histeria o una manifestación demoníaca y hay que tener cuidado con la simulación para manipular a la gente”, advierte Mendoza.


La técnica. Pese a desencuentros y distintas escuelas, las coordinaciones han logrado establecer lineamientos y técnicas generales del exorcismo.


El lugar propio para ejecutarlo es la iglesia o una capilla, aunque si la persona está imposibilitada puede realizarse donde vive. Antes, es necesario entrevistar al exorcizado y familiares y realizar un diagnóstico en tres áreas: médica, psicológica y espiritual.


Los manuales no especifican cuántos sacerdotes pueden participar en el ritual: en solitario o en grupo, se recomienda la presencia de familiares del poseído o enfermo, así como de otras personas que ayuden en cualquier emergencia y a quienes se llama auxiliares: médicos, psicólogos, psiquiatras o laicos que acompañen la oración.


Tampoco se ha establecido un tiempo definido para consumarlo. “Puede durar cinco minutos, media hora, dos o tres horas, un día, diez años, lo que tarde en suscitarse la fe, no depende de uno, sino de Jesucristo. Igual se tiene éxito en una sesión que en quince o veinte”, ha dicho el exorcista Gabriel Amorth, quien fundó la asociación internacional.


El exorcista viste de casulla y estola y entre sus instrumentos ineludibles están el agua bendita, una imagen de Cristo, la Biblia, el ritual de oraciones exorcizantes y la medalla de San Benito con la Santa Cruz, célebre por su eficacia en el combate contra el demonio, maleficios de todo género y hasta picaduras de serpientes.

“Pero el arma más poderosa es la fe”, asegura Medina Pantoja.
—¿Cuál es la diferencia técnica entre un exorcismo mayor y uno menor? —se le cuestiona.
—En el mayor se le dice a Satanás sal, salte de este cuerpo en nombre de Jesucristo y su preciosa sangre; en el menor, en las oraciones de liberación la frase no es imperativa, sino deprecativa, también invocamos a Cristo, su sangre, la Virgen, todos los santos, pero no es un mandato ni una lucha cuerpo a cuerpo.
—¿Qué proceso se sigue para llegar a la oración imperativa?
—Hay una estructura de plegarias, de renuncia satánica y de profesión de fe. Hay gente que me pide: hágale una oración fuerte o mágica, pero aquí no valen los gritos, lo que importa es la fe.
“Durante el ritual suele preguntársele al demonio quién es, de dónde viene, si está en el infierno. Si no se hace bien o si no se cierra al poseído, como se dice en el argot exorcista, hay la creencia de que puede ser atacado de nuevo por otros siete demonios, por eso, cuando es liberado, debe comprometerse a llevar una vida moral-cristiana y a evitar contactos con el más allá”, describe la antropóloga Aguilar.

La posesión, expresa el padre Pantoja, se consuma cuando la persona hace un pacto con el diablo, “pero no todos los que hacen pacto van a salir poseídos, solamente los que permite Dios y los que le caen bien a Satanás, hasta eso es muy selectivo”.


Promovidos por el Vaticano

Frente a 180 exorcistas italianos reunidos cerca de Roma, en marzo de 2007, Benedicto XVI dijo: “Los exorcistas cumplen un importante ministerio al servicio de la Iglesia. Los aliento a proseguir en la tarea, sostenidos por la atención vigilante de sus obispos y por las incesantes oraciones de la comunidad cristiana”.

El actual Papa siempre ha sido promotor de este rito: en sus 23 años como defensor de la fe y brazo derecho de Juan Pablo II, se interesó en varias ocasiones por los aspectos teológicos y prácticos del exorcismo. Durante el Jubileo del año 2000, presentó un documento en el que aportó sugerencias y normas para enfrentarse a posesiones diabólicas y diferenciarlas de la sanación.


Se sabe que Juan Pablo II realizó al menos tres exorcismos durante su pontificado de 26 años.


El padre Gabriel Amorth, uno de los más famosos exorcistas italianos, cuenta que el Pontífice realizó un exorcismo de emergencia a una joven poseída, a quienes sus padres llevaron a una audiencia general. “Cuando el Papa se le acercó, ella comenzó a gritar y a agitarse. Él pidió que la llevaran a un lugar tranquilo en el Arco de las Campanas, uno de los accesos al interior del Vaticano, junto a la basílica de San Pedro, y allí la bendijo y rezó con ella hasta que se calmó”.


También expulsó al diablo del cuerpo de una mujer italiana llamada Francesca, en 1982, quien le fue llevada a los apartamentos pontificios por el obispo de Spoleto, monseñor Gianni Alberti. El exorcismo fue confirmado en 1993 por el entonces prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Jacques Martin.

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