viernes, 14 de septiembre de 2007

El fantasma del Parlamento Andaluz

Sevilla, Marzo de 2002, 3:30 h. de la madrugada. Hospital de las Cinco Llagas: “¡Sacarme de aquí, por favor, sacarme de aquí! ¡Sacarme de aquí, por Dios!”. Así finalizaba el último incidente registrado en el actual Parlamento de Andalucía ubicado en el antiguo Palacio-Hospital de las Cinco Llagas en la capital andaluza. Un miembro de la seguridad del recinto, al pasar en su ronda por el patio 3, veía aterrado ante sí el paso parsimonioso de una monja etérea, translúcida y espectral...

Un edificio con Historia
El Hospital de las Cinco Llagas o también llamado de la Sangre es un magnífico y solemne edificio ubicado frente a la basílica de la Macarena. En su día fue, junto con el Hospital Mayor de Milán de Filerete, uno de los hospitales más grandes de Europa. Su construcción fue llevada a cabo por la familia Ribera con diseño de los arquitectos Martín Gaínza y Hernán Ruiz en 1540, siendo recinto sanitario hasta el año 1972. En el actual conjunto arquitectónico destaca el salón de plenos parlamentario, de estilo manierista, siendo parte de la Iglesia de la que gozaba el hospital. Desde 1992 el “desierto” Hospital de las Cinco Llagas es usado para fines políticos.

Arquitectura misteriosa
El edificio del Parlamento Andaluz no sólo tiene este especial habitante y toda su fenomenología análoga, en el mismo podemos encontrar muestras de una arquitectura extraña, mistérica y cargada de significación sin aún hoy ser explicada. A la espalda de la iglesia del edificio, hoy inaccesible debido a las obras de reformas que se están llevando a cabo en ella, encontramos un extraño rosetón circular con un cubo geométrico inscrito en el que resalta un aspa. Este rosetón fue realizado en épocas pasadas, durante su construcción, por un grupo de canteros gallegos desplazados a Sevilla... ¿Qué significa? ¿Por qué está detrás de la iglesia a la misma altura que el altar mayor y donde ojos no avisados no pueden verlo?

Unos piensan que se trata de una marca ,a modo exlibris de Hernán Ruiz, una especie de compendio en clave esotérica del saber de los canterios medievales constructores de catedrales o ,quizás, los canteros gallegos quisieron dejar testimonio de otra religión más antigua que la cristiana... Algunos expertos que han visto y estudiado el extraño rosetón piensan que pudiera tratarse de un símbolo pre-masónico que hiciera referencia a las tres paternidades o administradores del antiguo hospital. Los antiguos documentos manuscritos de Hernán Ruiz en el siglo XVI los mantiene en estudio la Diputación... Otra corriente de opinión al respecto piensa que a pesar de que el Renacimiento supone la llegada de la racionalidad y la negación de la Edad Media, el arquitecto y sus canteros gallegos eran depositarios de una sabiduría antigua y dejaron su marca personal a la altura del corazón del altar mayor, “el altar mayor es el centro de todo, el Corazón del Altísimo Maestro al que se accede a través de tres escalones , equivalentes a los tres nacimientos sucesivos del iniciado” y oculto a los ojos de los no iniciados. “En el centro de la rueda está el cubo, aunque no se mueve es la causa del movimiento de la rueda. La catedral, movimiento de piedra, está en el centro de las mutaciones”. El cuadrado simboliza la tierra y el círculo el cielo. La cruz no debe entenderse como instrumento de suplicio sino como centro de todo”. Las catedrales (en nuestro caso una iglesia) no son fantasías estéticas erigidas para nuestro mero placer visual. Los maestros de obras no conocían este tipo de nociones tan valoradas por el arte moderno. Ellos construían templos para encarnar en la piedra el misterio por naturaleza y ofrecer a los peregrinos una posibilidad de percibirlo”, era lo que opinaba Christian Jacq en su libro “El Misterio de las Catedrales” y que tal vez está en la línea de significación que se trató de expresar en la piedra del antiguo Hospital.

Comienzan los fenómenos
Pero no es sólo la residencia habitual de parlamentarios andaluces tan insigne edificio, desde hace más de seis décadas –que se sepa- en el edificio mora el fantasma de una monja que trata de purgar sus actos del pasado... no es la primera vez ni la última que ha sido vista y claramente identificada por sus hábitos, hay una ingente cantidad de testimonios pertenecientes a estos años pasados y presentes quienes otorgan toda la credibilidad que sus testimonios merecen: antiguos enfermos, personal sanitario, seguridad del edificio, mantenimiento, personal de asistencia parlamentaria e incluso los mismos políticos de esta región del Sur de España.

Durante años se he hablado de los fantasmas de la Sevilla más rancia, de la Sevilla más cargada de Historia y con más Historia, de la Sevilla de los Descubrimientos, de la Sevilla Catedralicia, de los fantasmas de su Barrio de Santa Cruz, de la calle San Luis o de sus fantasmas cotidianos que se mezclan con los más variados relatos y leyendas urbanas sevillanas... Pocos conocen al fantasma de las Cinco Llagas, quizás por su austeridad, quizás por el silencio que impone el marco del Parlamento Andaluz o tal vez por las reservas que tan magno edificio y la actual actividad que desempeña rige la confidencialidad de tales acontecimientos. Pero en tierra de María Santísima todo se sabe y el fantasma del Parlamento hoy es actualidad.

Los sucesos registrados comienzan en el año 1968, en Junio de este año, Antonio Rodríguez, un enfermo de 40 años que yacía postrado en una de las camas del hospital vio claramente como ante si se formaba la imagen neblinosa de una monja que comenzó a andar hacia el pasillo en busca de la puerta: “no se como explicarte aquella visión, era tarde, el dolor en la pierna no me dejaba dormir y estaba despierto, ante mi, justo delante de mi cama comenzó a “brillar” algo que llamó mi atención, poco a poco se fue formando un cuerpo humano que lucía hábito, era una monja trasparente que echó a andar pasillo abajo , resonando el tintineo metálico de su llavero repleto de llaves, como si hiciera una ronda a los enfermos...”.

Análogo a este relato está el de José Pérez, tenía 38 años y un accidente laboral lo hizo ingresar en el hospital: “era tarde, no se, serían las doce menos cuarto de la noche y sentí un frío repentino junto a mi, giré la cabeza y allí estaba ...era una monja pero no era normal... era un fantasma, parecía comprobar el estado de mi compañero de cama que moriría al día siguiente, la visión me dejó helado es hoy y se me ponen los pelos de punta... Acabó de hacer lo que fuera y siguió su ronda por otras camas, lo veía claramente, es de esas cosas que jamás se olvidan”. José estaba vivamente emocionado mientras nos relataba su espectral vivencia personal.

Algunos años atrás, en 1965, Manuel Moreno fue testigo de una nueva aparición de la monja del Hospital: “estaba en un pasillo fumando a escondidas ,ya que estaba prohibido, cuando sentí frío e incluso el cigarro parecía apagarse, me extrañó mucho pero cuando me giré ,tras de mi ,estaba la monja aparecida ante mi en actitud como de desaprobación... me asusté mucho y salí de allí corriendo buscando a la monja de guardia a la que le conté el suceso y que no acabó de creerme si bien es cierto que dos días más tarde el capellán y la monja superior vinieron a mi cama a que les contara el relato, recuerdo que me dijeron “¿ves como no es bueno fumar?”...desde aquel día no fumo, aquella aparición la recordaré mientras viva”. Con el vello erizado Manuel sigue su relato: “casi tres semanas después mi compañero de cama, no recuerdo su nombre, me llamó haciéndome señas e indicándome que mirara al frente, allí justo “atendiendo” a otro compañero estaba la monja, casi trasparente y atareada con el pobre infeliz que casi estaba desahuciado... aquella noche comprendí que no eran cosas mías y que otros muchos enfermos habían visto al fantasma de la monja igual que yo y que por miedo no habían hablando”.

La especial predilección de nuestro fantasma por los enfermos en peor estado es sintomático de la caridad de la aparición...

El Hospital atravesó una etapa oscura en la que, debido a su cierre, el silencio se apoderó de él, de sus muros y de su fantasma... o tal vez no. El Hospital de las Cinco Llagas cerró sus puertas en 1972 y hasta finales de la década de los 80, cuando se tomó la determinación de hacer del edificio la sede del Parlamento Andaluz no se volvió a vivir actividad en el mismo. Durante estos años también hubo fenómenos extraños en el edificio tal y como atestiguan varias vecinas del lugar con domicilio en las vecinas calles de Don Fabrique y Doctor Fedriani. Allá por el 1975 un vecino de estas calles, Antonio Muñoz, mientras trataba de aliviar el fragor del verano sevillano asomado a la terraza de su domicilio comprobó algo inédito, algo que jamás había visto: “No se, quizás aquel verano fue especialmente caluroso en Sevilla, serían las diez y media u once menos cuarto de la noche cuando me pareció ver a alguien en los pasillos del hospital ,me extrañó ya que llevaba varios años cerrado y llamé a Paqui ,mi mujer, para que viera aquello, cuando lo vimos pasar nuevamente por otra de las ventanas del edificio Paqui me dijo que era una monja... Aquello era imposible, sus vestimentas eran muy antiguas para el año que vivíamos y no tenía lógica, el edificio estaba cerrado a cal y canto. Era muy blancuzca, casi brillante y la verdad es que nos impactó bastante. Aquella monja no estaba en su lugar en el tiempo...Al día siguiente pregunté si el hospital estaba en activo, aunque lo dudaba, y la respuesta fue tajante, lo que había visto era imposible. Luego ya nos enteramos del tema del fantasma del edificio y la verdad es que nos asustamos muchísimo”.

Esperanza García es otra vecina del lugar y tuvo una experiencia similar allá por el año 1980: “Eran las once y pico de la noche y estaba fregando los platos de la cena, fue curioso por que mi ventana de la cocina da a una de las fachadas laterales del hospital, entonces vi perfectamente a una señora con hábitos, debían ser antiguos ya que no eran como los demás y que parecía estar haciendo algo por las habitaciones de aquel ala, fue muy curioso ya que el edificio estaba totalmente cerrado y las autoridades le echaban poca cuenta... Aquello no era de este mundo desde luego, había que estar en mi pellejo para saber instintivamente que aquello no era normal...” Así de rotunda manifiesta su experiencia esta vecina del lugar.

La secuela y marca del edificio es innegable, por él pasaron multitud de enfermos y moribundos que perdieron la vida entre sus muros. José Muñoz comentaba al respecto: “historias de fantasmas siempre ha tenido el edificio, yo trabajaba en el edificio desde los once años, allí entré de jardinero y aparte de estar muy saturado allí lo que si sobraban eran enfermos , muertos y gente que vendía su sangre por lo que le dieran... era una época de mucha hambre”.

Alfredo Muñoz recordaba: “había mucha saturación y mucha hambre, aullábamos de hambre como los perros...”.

A lo largo de los años el edificio ha albergado a todo tipo de enfermos y necesitados de atención médica, especialmente cruento fueron los últimos años de la década de los 30, el hospital se pobló de heridos de la guerra. En 1936 –según comenta Domingo Fernández- llegaban soldados alemanes e italianos heridos en la guerra...Morían una gran cantidad entre gritos y lamentaciones y era aterrador escuchar los lamentos de dolor de estas personas cuya vida les abandonaba.

Curiosamente y no hace demasiado tiempo, en el edificio, entraban a hurtadillas chatarreros que trataban de aprovechar el estado de “abandono” del edificio para arrancar hierros y chatarras que luego venderían al peso. L.G.G era uno de esos “rapiñeadores” de la noche, un día de Noviembre de 1982 entró en el edificio: “era tarde ya, había poca gente en la calle, hacía frío y ya sabes como es la gente en Sevilla cuando el mal tiempo se echa encima... Andaba con una linterna por allí cuando sentí un grito como de dolor, me asustó mucho y pensé que podía tratarse de un “compañero” en apuros, me metí por unos pasillos y me comencé a asustar, sentía lamentos y un olor a desinfectante de hospital tremendo, entonces decidí marcharme de allí... Me gano la vida con una actividad en la que no hay que tener miedo y no soy persona asustadiza pero aquello no era normal ni de este mundo...” Nuestro testigo no volvió a pisar más el lugar.

En el edificio, mientras estuvo en activo, vivían como personal de mantenimiento del mismo un electricista, un carpintero, un cristalero, el fogonero y el capataz de la huerta. Manuel Fernández era hijo del fogonero, había nacido en el mismo hospital y se había criado entre sus paredes, conocía cada centímetro del edificio y por supuesto conocía al fantasma que allí moraba pero no temía al espectro, había algo más aterrador en él que despertaba aún más su miedo: “de noche escuchábamos los lamentos de las parturientas, a la hora de comer veíamos pasar las camillas sin engrasar con los cadáveres para las autopsias...”.

Tan extraño como los llantos de un niño que muchas noches se escuchaba llorar en las habitaciones amplias de los enfermos... lo curioso es que en aquellas estancias no había niños y la zona maternal estaba muy lejos para poder ser oída por los doloridos pacientes del hospital. “Era un llanto roto, desgarrador, lastimero...te ponía los pelos de punta, si era una criatura debía de estar pasándolo muy mal pero era imposible que estuviera en aquella ala, los enfermos estábamos asustados e inquietos ya que se decía en la sala que era un llanto fantasma de un bebe muerto en aquellas estancias hacía años lo cual no ayudaba demasiado a calmarnos” recordaba Juan Ortiz. Otro compañero de estancia era Juan Morales quien narraba: “una vez vinieron unas monjas que habían trabajado en el hospital y dijeron escuchar el llanto que según ellas pertenecía a un niño al que adoptaron con una enfermedad incurable...”. Lo más curioso es que ese mismo llanto se oía en aquellos años, perduró en el tiempo y aún hoy no es difícil oír el llanto de un bebé en la zona dedicada en su tiempo a la rehabilitación de enfermos.

Comenzaron las obras de remodelación del edificio para habilitarlo con fines políticos y los fenómenos tampoco abandonaron a los trabajadores que en el mismo desarrollaron su labor. Carlos Ruiz era uno de esos trabajadores y nos contaba lo siguiente: “en las tareas de acondicionamiento y remodelación de aquello echamos una temporada larga y yo mismo y muchos de mis compañeros tuvimos experiencias que nos hicieron creer en fantasmas y en apariciones. No era extraño ver a un compañero blanco como la pared diciendo que había visto a una monja paseando por la planta superior...al principio no lo tomábamos en cuenta pero cada vez eran más los que decían ver cosas y sentir cosas y se llegó a un punto en el que tuvimos que concederle la credibilidad que buenos amigos y buenos trabajadores contaban”. Este trabajador cambió su expresión y nos comentaba: “personalmente padecí aquello en mis propias carnes, esto sólo lo conoce mi familia y algunos trabajadores muy amigos que tuvieron también vivencias personales. Yo estaba en el ala del patio 3 y sentí un fuerte olor a antiséptico ,la cosa me chocó ya que no tenía objeto ese olor ,seguí mi trabajo sin concederle importancia cuando vi pasar a un paso rapidito a una monja vestida de forma antigua por los pasillos superiores, un frío me entró y me cortó el cuerpo, sabía que era imposible lo que estaba viendo y más en una zona en obras, me quedé helado, traté de ver donde se dirigía pensando posteriormente que podía tratarse de alguien, fue una locura, no lo pensé bien, la monja había desaparecido, se había esfumado... sólo podía oír gritos de dolor y el llanto de un niño... fue horrible. Entonces bajé blanco y mis compañeros entendieron que algo debía de haberme pasado”. Otros trabajadores tuvieron la misma visión y no era extraño sentir quejidos, lamentos y llantos en el edificio. Uno de los encargados de la seguridad nos comentaba: “aquí se habla del fantasma mucho, unos lo creen y otros no, desde luego algo raro ocurre aquí, no sólo por el fantasma de la monja que muchos han visto sino por los olores a éter que hay en zonas sin venir a cuento, o las puertas que se abren y se cierran sin haber corriente ni nada que ocasione el movimiento de las mismas o los quejidos y lamentaciones que muchos hemos oído, llantos de crío y sacudidas de frío impresionantes, compañeros en estado de shock tras ver algo que ellos identifican con una enfermera o monja y mucho nerviosismo. Al principio te intranquilizas pero con el paso del tiempo te acostumbras a vivir con ello... Los novatos no se creen esto hasta que lo viven. En el Parlamento todos conocen la realidad de lo que pasa pero ya es parte de nosotros, es como de la familia aunque el susto te lo llevas”.

Allá por el año 1995 saltó la noticia en Sevilla y el desaparecido “Diario 16 de Andalucía” publicaba un artículo sobre el tema que firmaba Francisco Corral y se hacía eco de todo ello y de los otros fantasmas del Parlamento... El político andaluz de IU-CA Luis Carlos Rejón comentaba lacónicamente: “al fantasma lo tenemos de asesor” no dudando de su existencia, al respecto el político del PSOE José Ceballos manifestaba: “a mi me interesa la estética de esos temas, las cosas románticas de Bécquer...cosas extrañas pasan todos los días”. Entre los políticos con experiencias espectrales encontramos a José Antonio Marín Rite – ex presidente del Parlamento y actualmente Diputado- y a Plácido Fernández Viagas –letrado del Parlamento-, a este respecto manifestaba Guillermina Perdigones –ujier-: “¿el fantasma de la monja que se le aparecía a Plácido? Sí, pero conmigo no ha dado”. Sin dudas todos tienen muy presente que una presencia muy especial convive con ellos en este recinto.

Los sucesos se siguen produciendo y destaca la negativa del grupo de seguridad a efectuar sus rondas solos por determinadas estancias y pasillos del edificio: “sencillamente no es seguro psicológicamente, mira en el edificio suceden cosas demasiadas extrañas, se aparece una monja cuya realidad es innegable, las puertas se cierran y se abren, se oyen cosas raras y de vez en cuando viene un olor a desinfectante sanitario que es muy fuerte, cualquier compañero te puede comentar esto mismo, no ganamos nada mintiendo sobre esto”. Otros compañeros manifestaban: “hay zonas en las que cuando te toca debes de ir preparado para todo... pero para todo, absolutamente para todo. No es raro hacer una ronda y sentir como las puertas se cierran tras de ti o como te atraviesa una sensación de frío tremendo o fuertes olores... otros compañeros han tenido experiencias con la monja... es todo muy fuerte”. Se van acumulando testimonios que contrastan todas las informaciones y son las propias limpiadoras del edificio las que nos comentan: “normalmente vamos en grupo, nos da miedo ir solas, trabajamos de noche y ya hemos tenido suficientes sustos aquí como para seguir yendo solas... Aquí hemos vivido de todo, desde ver a la monja hasta sentir quejidos y lamentos en las estancias que antiguamente eran las habitaciones de los enfermos, desde luego aquí no sólo está el fantasma de la monja, aquí debe de haber mucho más solamente por lo que se oye, debieron de morir muchos aquí...”. Otras compañeras se manifiestan de la misma forma: “yo he oído en varias ocasiones los gritos de los enfermos que antaño estuvieron aquí y una sensación interior muy incómoda, ante eso sólo puedo coger mis cosas y buscar la compañía de alguien, es aterrador...necesitamos sentirnos acompañadas pero no por un fantasma”.

Carmen Cruz caminaba en las proximidades del edificio este pasado invierno del 2002 cuando le llamó la atención algo... “caminaba en dirección a la Resolana por Don Fabrique cuando en una de las ventanas vi perfectamente a una monja que miraba a través de la ventana, estaba muy pálida y tenía la mirada perdida en la calle, lo extraño es que allí ya no hay monja...”.

Emilio López nos manifestaba: “no es extraño ver en alguna de las ventanas la cara del fantasma, son muchos ya los que la han visto y se quedan helados ya que no hay lugar a la confusión, es lo suficientemente claro y extraño para saber que lo que estás viendo no es de este mundo... Yo aparcaba el coche, eran las diez y media o cosa así y cuando bajé le eché la alarma y se me fue la vista para arriba, para el edificio, y la verdad es que lo que vi me dejó helado, allá estaba, era una monja con un hábito muy antiguo, muy blanca y muy mortecina, casi duró unos segundos pero fue lo suficientemente intenso como para saber que era el fantasma...”

Los relatos sobre el fantasma del magno edificio se amontonan pero no falta las voces que atribuyen a todo una “leyenda urbana” creada por un albañil contemporáneo y encargado de la primera obra el cual cuenta que todo se produjo cuando al ver una mancha de humedad en una pared comentó jocosamente a sus compañeros: “parece una monja...”. Sin duda contrasta con el testimonio de uno de los vigilantes de la obra quién pidió el traslado ya que en uno de los patios ,el patio 3 qué está junto a la iglesia, sentía -en plena y solitaria noche- como había una gran algarabía de voces infantiles, de niños jugando y riéndose... El vigilante no sabía que pensar así que arrojó una piedra hacia la iglesia y le respondió el ruido del choque de otra piedra, se agachó y cogiendo dos guijarros comenzó a entrechocarlos y su sorpresa se tornó en miedo cuando “algo” respondía con otros golpes a su “llamada”... Tras el incidente, en días posteriores, acudieron al lugar algunos expertos en parapsicología venidos de fuera de Sevilla quienes calificaron el fenómeno como: “provocado por espíritus burlones”.

El último acto de nuestro fantasma se produjo cuando un miembro de seguridad a las tres y media de la mañana se puso en contacto con la central de vigilancia para pedir el relevo inmediato de su puesto. Víctima de un ataque de nervios sólo pedía su sustitución... Hacía la ronda por el Patio 3 cuando ante sus ojos pasó con firmeza el espectro de nuestro fantasma.... la reacción humana es imprevisible y en esta ocasión el miedo afloró olvidando cualquier obligación laboral. Al llegar al lugar otros miembros de la seguridad ya no había nada, sólo un compañero sumido en un tremendo estado de nervios tras ser testigo del caminar espectral de nuestra protagonista.

“Off de record” los parlamentarios andaluces hablan del fantasma en el Parlamento: “muy pocos de nosotros creo yo que no ha oído hablar del fantasma, lo ha sentido o incluso lo ha visto..., el fantasma es tan real como las formaciones que se despellejan en este hemiciclo...”. Un parlamentario de una conocida formación andaluza nos habla de otra monja de la Caridad apodada como “Sor Ametralladora” que desempeñaba sus funciones en el Hospital allá por la década de los 40: “dicen los antiguos del lugar que destacaba por su inflexibilidad y mala uva... trataba a los pacientes mal y parecía estar siempre a disgusto con todo . La historia de “Sor Ametralladora” finaliza cuando esta muere, si bien es cierto que por esos años los fenómenos extraños ya se venían sucediendo en el antiguo hospital teniendo como foco de actividad la zona de quirófanos...”, a esta monja también se refería Alfredo Pérez cuando comentaba: “ingresé en 1941 en el hospital de la Sangre, “Sor Ametralladora” me perseguía todos los Domingos para que fuera a misa. Enfrente de mi cama estaba un hombre al que consumía un cáncer de rodilla, un zapatero de la calle Enladrillada que murió rabiando. Cada mañana la monja se le acercaba y le decía: te tienes que confesar porque te vas a morir...”. La monja era sobradamente conocida por todos los residentes en el hospital si bien es cierto que: “allí pasaban cosas raras un día si y otro no, cuando no se escuchaban ruidos raros se oían llantos de un bebé inexistente y cuando no, se escuchaban alaridos y quejidos en zonas imposibles... aparte había compañeros que habían visto al fantasma de la monja y “Sor Ametralladora” aún vivía... la aparición de la monja llenaba de terror no sólo a los pacientes sino también a los médicos, soldados o las monjitas del Hospital”, era lo que nos manifestaba Curro Rodríguez, un encantador octogenario de lucidez mental fuera de toda duda y con un recuerdo muy vivo de lo vivido en aquellos años entre los muros del hoy Parlamento Andaluz.

“Andalucía 24 horas”, el diario “El Mundo de Andalucía” de la mano de José Antonio Gómez Marín en tono irónico-político o “Canal Sur TV” en comentario de la popular Rocío Martín se han hecho eco en distintas etapas del tiempo del fantasma del Parlamento pero tal vez dejándose llevar irremediablemente por la confusión que provoca el no saber separar la leyenda urbana de la realidad...

¿Quién es el fantasma del Hospital de las Cinco Llagas o Parlamento Andaluz?
La mayoría de los testigos que han podido ver o ser partícipes de los fenómenos paranormales del Parlamento Andaluz hablan de un fantasma, una mujer vestida con hábitos de monja pasados de moda, antiguos. ¿Hasta que punto es esto real?

Investigando profundamente la historia del edificio y merced a una ingente cantidad de información recopilada durante meses y de la que disponemos sobre éste tema podemos decir que el edificio desde la finalización de su construcción fue gestionado por las monjas de la orden de la Caridad. El Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre fue entregado y habitado por las monjas desde al año 1540. Allá por el siglo XVIII, sobre los años 1734 y 1738, se tiene constancia histórica de la existencia de una monja de la orden de la caridad llamada canónicamente Sor Úrsula que destacaba por su inflexibilidad y especial dureza con los pacientes. La monja falleció víctima de una enfermedad contraída en el propio hospital a mediados de ese mismo siglo y su muerte no fue, precisamente, motivo de pena para los enfermos... Tras la muerte de esta hermana de la Caridad se comenzó a manifestar el fantasma de una monja en el hospital y la crónica espectral del edificio comienza a hacer su particular memoria histórica. La vestimenta o hábito de las hermanas de la Caridad en el siglo XVIII se ajusta como un guante a lo manifestado por los testigos que han visto al espectro en época contemporánea y el óbito de la monja es algo constatado.

Los lugares preferidos por este espectro para vagar y manifestarse son los que en siglos pasados eran las estancias de los enfermos siendo lugares particularmente proclives a su manifestación la antigua sacristía para las monjas, la escalera del coro, los largos pasillos de las estancias superiores, el denominado como patio 3, la sala de enfermos, la sala de despachos antiguamente habitada por Manuel Fernández o Jesús Mancha y las cuantiosas ventanas con vista a Don Fabrique.

Plácido Fernández Viagas solía hablar del fantasma a las visitas del edificio y no es extraño oír hablar a los miembros de los equipos de seguridad hacer comentarios con extrema seriedad sobre sus experiencias en el edificio.

Restos humanos
En 1984 se iniciaron las obras de rehabilitación del edificio que se prologaron hasta comienzos de 1992 año en el que se inauguró. Una zona del hospital era utilizado como almacén y a medida que se realizaban los trabajos de acondicionamiento y nueva cimentación iban surgiendo nuevas sorpresas que daba el terrero... Su valor desde el punto de vista arqueológico era muy importante pero en aquellos años esto no se tuvo en cuenta y se destruyeron varias fosas comunes o “carneros” donde se descubrieron multitud de restos humanos apiñados a varios metros de profundidad. Las palas excavadoras los retiraron y según cuentan “se llevaron todos a un osario”. También se descubrieron restos de orfebrería romana y vasijas, todos ellos junto a la calle Don Fabrique por donde pasaba un brazo del río y estos lugares eran un importante centro en la fabricación de estos útiles domésticos... todo fue destruido.

En la rehabilitación actual se incluyó un plan arqueológico que ha hecho que se estudie todo: en el primer patio que da a la citada calle se hallaron ocho cadáveres (siete mujeres y un niño) del siglo XVII, el estudio anatomopatológico fue muy interesante y demuestra que se trataban de enfermos que acudieron al hospital, así como restos de los alfares romanos y hornos.

Sor Úrsula lleva habitando el hospital casi tres siglos, no ha olvidado su trabajo ni sus obligaciones y actualmente no es demasiado complicado que cuando más calma hay en el edificio se puedan oír pisadas y cierres de puertas provocada por la hacendosa monja preocupada por su ya espectral ocupación... Quejidos, lamentos y sonidos de llaves son acompañantes habituales de los miembros de seguridad que entre respeto y temor continúan haciendo su labor en un edificio del Parlamento Andaluz que tiene una larga historia y su propio fantasma.

Escrito por: J.M. García Bautista y Rafael Cabello

No hay comentarios: